Como
bien sabemos, el termino higiene es referido a la limpieza y al aseo, ya sea
del cuerpo como de los lugares públicos. La higiene personal o privada es de
vital importancia y su aplicación es responsabilidad del propio individuo, de
ahí la importancia de inculcarla desde la infancia, ya que la higiene nos ayuda
a conservar nuestra salud y a prevenir diversas enfermedades.
Desde muy pequeñita me han enseñado en casa, en el
colegio y en el instituto que la salud no implica únicamente limpieza, sino
también tener unos buenos hábitos alimenticios y un buen estado físico.
Respecto
a la higiene: tanto en casa como en el colegio, me enseñaron que lavarse las
manos antes y después de comer era imprescindible. Me parecía una soberana
tontería y no quería, pero mi familia hacia que lavarse las manos fuera
divertido, nos enseñaban (tanto a mi hermano como a mí) a hacer pompas de jabón,
de ese modo siempre queríamos lavaros las manos y poco a poco fuimos
lavándonoslas sin que hiciera falta decirnos nada. Otra cosa imprescindible que
me enseñaron en casa es la ducha diaria antes de acostarse y el lavarse la cara
y las manos nada mas levantarse. No podemos olvidarnos de cuando empezamos a
lavarnos los dientes; en mi caso lo recuerdo de toda la vida, porque en cuanto
me salieron mis dos primeros dientes, mi madre ya me pasaba el cepillo de
dientes para que me fuera habituando. En el colegio tomábamos un flúor de fresa
todas las tardes, durante cinco minutos y recuerdo que a veces la profesora nos
echaba un líquido en la boca que era oscuro (sabia a fresa), y si tenías sarro
en los dientes, éste se veía más claro, de ese modo todos los niños de la
clase íbamos con los dientes muy bien
lavados, para que nadie nos viera con sarro en los dientes. Otra cosa del
colegio que también recuerdo es que los sanitarios estaban siempre muy limpios.
En
casa siempre hubo una dieta equilibrada, en la que los cereales, la fruta, la
verdura, las hortalizas y el pescado siempre estuvieron presentes. El pescado
nunca fue “Santo de mi devoción”, pero mi abuela lo preparaba de diferentes
maneras (a la plancha, frito, con salsa, cocido…) para que lo comiéramos,
porque en mi casa la palabra NO ME GUSTA no existe. Desde pequeñita me
preparaban un zumo de frutas por la mañana y por la tarde, antes de comer un
bocadillo, siempre tomamos como mínimo dos piezas de fruta.
No puedo olvidarme de mencionar
la cantidad de actividades físicas que hacia desde pequeña en Educación Infantil,
donde los alumnos no dejábamos de correr
de un lado para otro, nos estimulaban continuamente con diversos juegos y en el
recreo nos animaban correr y a no parar.
En primaria ya comenzamos con las clases de educación física, con las que
continuamos hasta primero de bachillerato. Toda esta actividad física siempre
fue reforzada por mi madre y demás familia, que todos los días nos llevaban a
mi hermano y a mí al parque y a dar largos paseos; en veranos nos llevaban a la
piscina y a la playa, donde además de
enseñarnos a nadar y pasarnos horas metidos en el agua, corrían con nosotros e
inventábamos entre todos juegos en los que no dejábamos de saltar y brincar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario